martes, 28 de diciembre de 2010

Capítulo 2 - El viejo Oeste actual

Hace ya muchísimo tiempo, en mitad del siglo XIX, se sucedía una cruenta batalla en lo llamado "El salvaje Oeste". La caballería, oleada tras oleada, conseguía arrinconar más y más un campamento Indio. Muchas muertes se producían cada día, donde jovenes, viejos, mujeres... todos luchaban por intentar mantener sus tierras y mantener sus vidas en el mundo terrenal. Mientras los indios se defendían con precarios Tomahawks mientras balas de hierro perforaban el aire a su alrededor.
En medio de la batalla, uno de los ancianos del clan se dirigió al interior de una mina abandonada que se encontraba cerca de donde se sucedía la masacre. Mientras observaba que nadie le seguía, se adentró más y más en la mina, llegando a una via sin salida, donde se había producido un derrumbe hacía ya ucho tiempo. Entre las rocas de este se podían observar diversos huesos humanos de antiguos mineros que perecieron en el derrumbe.
Con el temor de ser descubierto por el enemigo, empezó a hacer diversos círculos en el suelo mientras cantaba un cántico indio, un cántico que transmitia una sensación extraña, como si hubiesen más personas en el lugar y no alcanzases a verlas. Cuando acabó de hacer los círculos en el suelo sacó una pequeña daga que llevaba en el pantalón y se hizo un corte en el dorso de la mano derecha. Cerrando la mano y dejando que la sangre gotease, empezó a escribir cosas en el suelo en un idioma desconocido por cualquier ser humano. Al acabar, se vendó la mano y cogió una de las plumas que adornaban su cabello, colocandola encima de la sangre del suelo.






Indio: ¡¡Oh dioses del mundo lejano, yo os imploro ayuda!! Mis compadres mueren derramando su noble sangre en nuestras tierras mientras los asesinos blancos nos roban nuestras amadas tierras... ¡¡Yo os imploro que me deis fuerza!! ¡¡Que me deis el poder necesario para poder vencer y hechar de nuestros queridos páramos a esos demonios de tez blanquecina!!

Nada, todo permanecía igual: Disparos de fondo, gritos de dolor y sonidos sordos de gente caiendo al suelo, inerte... pero no ocurría lo que debía ocurrir. El indio, nervioso, no sabía que debía hacer; si volver a hacer el ritual o rezar por la suerte de sus compadres.
No paso mucho rato hasta que finalmente sucedió algo que temía: Dos hombres de la caballería entraron en la mina, bayoneta en alto, buscando a algún indio que se escondiese para salvar su vida. El indio anciano, conociendo ya su destino, decidió que debía dejar de esconderse y dar la cara cuando...

Eco: Quieto donde estas, viejo. Esos dos són míos.

El anciano miró a todas bandas, pero no descubrió el orígen de la voz... pero al poco rato unos alaridos de terror inundaron toda la galería de la mina, procedente de la entrada. El indio, intrigado, se encaminó hacia la entrada... pero no vió lo que debería haber, sinó que un hombre alto, con la piel rojiza, muy musculoso y unas alas negras que salían de su espalda se encontraba al lado de los cadaberes completamente retorcidos de los dos soldados de la caballería.

Ser extraño: Mira que me han invocado veces durante toda mi existencia... pero jamás hubiese imaginado que un indio me llamaría. La verdad esque me pilla lejos de casa, si señor.

Indio: *Acercandose muy lentamente al ente rojo* Eres... ¿Eres el dios que me dijo Huo Shie Chi? ¿El que me ayudará?

Ser extraño: Ya decía yo... Pues si, soy yo. Y si, te cederé tus poderes por un précio que me cobraré más tarde.

El indio, al escuchar esas palabras, se arrodilló ante él, agachó la cabeza y levanto sus manos, como si estuviese pidiendo limosna.

Indio: Muchas grácias, oh dios. Le estaré eternamente agradecido.

Ser extraño: No las merecen *Se gira hacia el indio, dejando ver su rostro* Pero deja de llamarme "dios". No soy eso ni quiero serlo.

El indio levantó un poco la cabeza, entreviendo una gran y larga nariz roja. Acto seguido volvió a agachar la cabeza, temeroso de ofender a ese ser tan peculiar.

Indio: Deidad... una pregunta... ¿Qué es ese précio que decís?

El ser, sin dejar de mirar al indio, sonrió de una manera malevola, dejando ver sus dientes afilados y brillantes.

Ser extraño: Eso, amigo mío, ya lo verás en su debido momento.



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Reo se encuentra viajando por encima del Oceano Atlántico, en dirección a Utah, donde habían ocurrido unos sucesos muy extraños: Habían aparecido unos cadáveres descuartizados por completo, pero les faltaba el corazón. Estos restos se habían encontrado cerca de las montañas Wasatch. Parece ser que los lugareños de por allí evitan acercarse, pero aún así siguen apareciendo muertos: policías, algún alpinista, algún granjero...

Reo observaba con cuidado la noticia que le había llegado a su, como él lo solía llamar, "Cazatátil", lo que para nosotros sería un simple portátil. Era uno de los bienes que había conseguido de su hermano, junto a sus armas y mucha información de temas sobrenaturales.






Reo: Tsk... Y siguen llegando noticias de chupacabras, de desapariciones y hostias... Hermano, cuando te encuentre te daré de leches hasta que me canse. En fin, me voy a ir hechando un rato, que queda bastante por llegar aún.



[...]



Después de instalarse por completo en su habitación, abrió su maleta de mano encima de su casa, dejando ver una cantidad bastante grande de armas blancas: Una daga de plata, un revolver con balas de sal, una porra de hierro retractil, paquetes de sellos y diverdad armas más.
Tras roger su revolver con varias balas de recambio, sellos, una linterna y la porra retractil se encaminó fuera del hotel, en busca de alguien que lo acercase hacia el lugar del crimen. Preguntó a varios lugareños si sabían de alguien que le pudiese acercar, pero todos le ignoraban, temerosos solo de escuchar el lugar donde se dirigía. Finalmente un hombre se ofreció a acercarle, pero que no le esperaría ni loco.

Cuando Reo llegó al lugar del crimen, su chofer le dejó y arrancó a toda prisa, escapando de aquel lugar considerado maldito.

Reo: Estos lugareños... cada día son más miedosos... en fin. Veamos a ver que hay por aquí.

Encendió la linterna y entro dentro del cerco policial: Innumerables manchas de sangre adornaban todo el lugar, incluso en lugares un tanto extraños entre las rocas.
Tras un rato de busqueda entre las montañas dió con una espécie de entrada a una cueva. Decidió adentrarse en ella, linterna en mano y la otra en contacto con sus diversas armas. Mientras se iba adentrando más y más se percató que no se trataba de una cueva, sinó de una espécie de mina abandonada desde hace ya muchísimo tiempo.

Reo: Y más sangre, y más carne esparramada... Este tio se ha dado un festín de narices.

Seguía avanzando por la mina cuando una luz apareció por una de las esquinas, una luz titlante que se movía en dirección hacia donde de encontraba Reo. Este, linterna en mano, sacó la porra y la alargó, teniendo así algo con lo que defenderse por si era atacado por un espíritu. Se mantuvo en el sitio cuando una silueta dobló la esquina...






Reo: ¿Pero que demonios...?

Indio: ¡¡Ya nunca más podrás salir de estas tierras sagradas, maldito demonio blanco!!



Continuará

domingo, 26 de diciembre de 2010

Capítulo 1: Inicio del desastre

Hace ya cierto tiempo que ocurrió la historia que aquí será narrada... pero el mundo la oculto a sabiendas que se produjo un enorme sacrificio de vidas humanas... pero el ser humano prefiere vivir en la ignorancia, evitando la realidad para así poder vivir una mentira placentera...

No empezaremos la historia en su inicio, ya que este es innecesario... esta empezará un día de Mayo, lluvioso, con un cielo totalmente ennegrecido y una resplandeciente luna llena sobresaliendo de entre las nuves.
Nos encontramos en uno de los numerosos criaderos de ovejas de un pueblecito sin nombre, vecino de Ardenoaig, en Escocia. Los animales corrían despavoridos, presas del miedo y el terror mientras los aldeanos se defendían a lo más puro estilo antiguo: Con horcas y antorchas encendidas. Se podía ver que estos también estaban aterrados; sus piernas parecían flanes a punto de ser deborados por un niño goloso... pero a unos metros de ahí era donde realmente se desenvolupaba la historia, el inicio de la historia que se encontrará escrita en estas palabras...

Campesino: Se... señor!! ¿E-está seguro de que podrá terminar con ese montruo?

Un joven que se encontraba allí, alejado del tumulto de campesinos armados, se encontraba observando la noche, mirando fijamente, escudriñando la negra oscuridad en busca de su objetivo. Ese joven... es el protagonista de esta extraña historia.


Joven: Que pesados... Como no cerreis el pico también os daré a vosotos ¿Me entendeis? *Dice el joven sin dejar de mirar la oscuridad que le envuelve.* Venga lobito, enseñame esos podridos dientes que tienes para comerme mejor.

Algo se estremeció entre las sombras, acechando al joven que mantenía el tipo sin mostrar ni un ápice de temor... al contrario que los campesinos, que al escuchar los sonidos de lo desconocido salen despavoridos hacia sus respectivas casas.


Joven: Si señor, eso si es una gran ayuda... Y tu, deja de hacer el idiota y sal de una vez, me estoy cansando de esperarte.

Cuando el joven acabó de decir estas palabras algo empezó a dirigierse hacia él. Una gran silueta empezó a dibujarse a medida que la luz aclaraba el entorno, hasta que al fin dejó ver al supuesto enemigo... un lobo ergido en sus dos patas traseras, vestido únicamente con un pantalón vaquero. Era un hombre lobo.


Joven: Al fin te dejas ver lobito, me has hecho esperar demasiado.

Licántropo: Hay que esperar que la presa entre en pánico... hasta que no está en ese estado no merece la pena degollarla de un mordisco.

Joven: Vaya, el lobito habla un inglés muy cerrado. Tranquilo, cuando haya acabado contigo tendrás la boca tan molida que podrás hablar con más fluideza.

Licántropo: Eres un insolente! ¡¿Acaso un simple humano enclenque como tu pretende vencerme a mí, al gran Jahno "El mordisco ponzoñoso"?! No me hagas reir.

Joven: Pfffff JAAAJAJAJAJAJAJAJAJAAAAAJAJAJAJAJAJAAAAJAJAJJAAJAA

Jahno: Grrr... ¡¿Que te hace tanta gracia?!

Joven: *Se seca las lágrimas de los ojos y mira al licantropo* ¿El mordisco ponzoñoso? Por dios, que cutrada más grande. No si ya me decía mi hermano que los hombres lobo no són muy listos... pfff, ponzoñoso.

Jahno: ¡¡Ya me he cansado!! ¡¡Voy a destriparte y observaré como te desangras!!

El hombre lobo empezó a correr hacia el chico, haciendo un ademán de dar un zarpazo. El joven, sin siquiera inmutarse, metió las dos manos en sus respectivos bolsillos y sacó de estos unas tiras de papel blanco, escritas con carácteres ininteligibles para el ser humano. Mostrando una grán agilidad, esquivó el zarpazo del ser y le colocó uno de los papeles que había sacado del bolsillo en su espalda peluda, cerca de su nuca.

Jahno: ¡¿Que... que me has puesto?!

Joven: Ahora vas a saberlo... ¡¡KAI!!

El papel empezó a brillar cuando de este empezaron a salir rayos, electrocutando al lobo mientras se retorcía en el suelo a causa del dolor. El joven se giró de cara a él, observando como se retorcía a causa de su extraña técnica.

Joven: Vaya, donde estan mis modales... Aún no me he presentado. Me llamo Reo Myooji, y soy un maestro en las técnicas con sellos.


El lobo consiguió arrancarse el sello que Reo le había enganchado en la espalda, cesando así la electricidad que salía de este. Se levanta lentamente, mirando con odio y rabia hacia el joven que le había malherido, dejando su estatus por los suelos.

Jahno: Malnacido... vas a pagar muy caro lo que me has hecho...

Reo: Ui que miedo, voy a llorar si me sigues mirando asi...

Jahno: ¡¡¡Estas muerto niñato!!!

Jahno empezó a correr de nuevo hacia Reo, pero con más lentitud a causa del daño que le había provocado este con el sello electrico. Reo, a su vez, cerró los ojos mientras apretaba muy fuertemente 5 sellos en cada mano cuando, de golpe, abrió los ojos y los sellos salieron volando, pegandose en los brazos del chico. Cuando el lobo estuvo lo suficientemente cerca, Reo le propinó un tremendo derechazo en la cara del engendro, lanzandolo varios metros hacia atrás.


Reo: Desde el primer momento en que perdiste los papeles diste el combate por perdido... además, yo estoy vendecido con un don *Dice Reo con una sonrisa burlona en su cara* Tengo el don de partirte la boca de un puñetazo, como has podido ver.

Jahno volvió a incorporarse de nuevo, mucho más lentamente que antes y escupiendo sangre por la boca. Este empezó a marchar de nuevo hacia el joven, con la boca entreabierta y su zarpa alzada dispuesto para atacar al joven. Reo, sin mostrar ni el más mínimo apice de compasión, golpeó con los dos puños cerrados en la coronilla del lobo, hundiendolo contra el suelo fangoso delante suyo. Tras eso el chico se arrancó los sellos de los brazos y se encaminandose hacia el pueblecito, donde los lugareños observaron el combate desde dentro de sus casas.

Reo: Ya he acabado con vuestro hombre lobo. Lo he dejado ahí atras, sin sentido. Si quereis matarlo, apresarlo, vender su piel... me da igual, ya no es cosa mía.

Uno de los campesinos salió de su casa, situandose a unos metros del joven mientras temblaba.

Campesino: Po... por favor señor... le pediría que... que se marchase del pueblo... Nos agrada que se haya encargado de nuestro acechador... pero... ¡¡Marchese!!

Reo: Tsk... ni que viviesemos en la edad media... A la mierda, me da igual. Podeis pudriros si quereis.

Sin mirar atrás Reo se dirigió hacia donde tenía el coche aparcado, entrando en él, encendiendo la radio y arrancando mientras era acompañado por la canción "Highway to hell de AC/DC.
Mientras se alejaba a toda velocidad de ese pueblucho de mala muerte, con el repiqueteo de a lluvia sobre el capó de su viejo Seat, dijo unas palabras en voz baja:


Otra misión sin información... ¿Donde cojones estas, hermano?